Tres décadas hace que prendió primero la Historia y luego una de sus técnicas "colaterales" la Arqueología. Desde entonces tantos paisajes, tantos lugares y en todos siempre un detalle, que nos deja un jirón de recuerdo. Por ello esta "arqueología colateral" aspira a recuperar retazos de aquellos viajes, estancias, personas, lugares que hemos surcado en pos de la labor cotidiana de la arena entre los dedos, la criba del hueso, de la astilla oxidada que un día clavo fue...

lunes, 1 de abril de 2013

Segunda epístola a Jorge Bustos


Un signo más del tiempo de mudanza en el que vivimos es la evaporización de la crónica diaria de Jorge Bustos. Empresarios que no llegan a fin de mes escamotean el sueldo a sus trabajadores y además pretenden que todo continúe igual. La ausencia de la crónica prácticamente ha coincidido con la suspensión de nuestra suscripción al diario por un cambio de domiciliación de cuenta bancaria, al parecer no admitida por las rígidas normas de la administración gaceteril. Y no lo siento, pues no podemos apoyar a quienes quizás se estén alejando del ideario que proclaman y que compartíamos.

Ya expresamos en una primera epístola en esta misma tribuna nuestro afecto literario por un escritor que además de joven, posee no solo una sólida formación, sino una expresión poco usual en estos tiempos, ya que igual nos sumerge en su día a día o nos eleva a los cielos de Bernini y Borromini. Ambos ejercicios resueltos con el mismo interés para el lector, que al fin y a la postre anda ávido de buena literatura contemporánea y ha de desbrozar la jungla de juntaletras criminógrafos, historiógrafos, hagíografos, pornógrafos y demás sacamantecas de lo negro sobre blanco.

Sirva pues esta segunda misiva como nota de ánimo a una persona que sinceramente no creemos que merezca el cáliz que tiene delante en la actualidad. No se si comentamos anteriormente que precisamente fue Jorge Bustos quien nos abrió, indirectamente, las puertas de las hoy denominadas “redes sociales”. Deseosos de conocer otros textos del escritor y al reclamo del escueto “@jorgebustos1” colofón a sus crónicas, nos decidimos a adentrarnos en Twitter, tras a nuestra vez haber evitado cuidadosamente el Facebook, tan superficial y el Tuenti, en el que nuestros sobrinos han reinado a razón de sus pocos años y sus muchos amigos. Ahora, más de medio centenar de personas se han interesado en algún momento por la crónica de nuestros desvelos con el Patrimonio Histórico y sobre todo con los clientes que no pagan a @castrvm, además de intercambiar algunos saludos con el propio Sr. Bustos, quien atentamente responde a un humilde lector.

Ha sido a través de estas redes sociales donde hemos conocido el trance que vive. Ayer nos alegramos con el torrente de ciber-seguidores que expresaban su alegría por los nuevos horizontes que van abriéndose. También a través de esta red conocemos los textos que publica en otros ciber-magazines a los que ya nos vamos aficionando. No obstante lamentamos de igual manera que al parecer también “han evaporado” el magnífico programa radiofónico “Albertos hasta el amanecer” conducido por otro joven de valía, Alberto Lardíes.

Desde hace treinta años, los mismos que atesora Jorge Bustos, asistimos a la caída en picado del conocimiento y al ascenso de la información. Esta misma información es la que ahora permite que conozcan este texto al instante que termino de escribirlo, pero no olvidemos nunca que la información es el medio y el conocimiento es el fin. Cansados de banalidad, cada día nos alejamos más de la cinematografía donde impera la misma industria que en la literatura contemporánea, donde se nos impone tanta basura, que encontrar un buen libro o una buena película es ya una tarea encomendada a nuestro olfato de “hemisecular”. Por cierto, también fue en las redes sociales donde tuve ocasión de conocer a alguien que sabe mucho de literatura basura, Gonzalo Garrido, y a cuya ópera prima dedicamos también en su día un par de textos.

En síntesis y para concluir, ánimo Sr. Bustos, que el tiempo y el toro pone a cada uno en su sitio. El toro lo hace de inmediato. El tiempo se toma a si mismo, a veces más de lo que desearíamos, pero con la perspectiva de unos años, al menos a nosotros, siempre nos queda la sensación que no hemos engrosado nuestras cuentas bancarias aunque seguimos siendo felices.

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