Tres décadas hace que prendió primero la Historia y luego una de sus técnicas "colaterales" la Arqueología. Desde entonces tantos paisajes, tantos lugares y en todos siempre un detalle, que nos deja un jirón de recuerdo. Por ello esta "arqueología colateral" aspira a recuperar retazos de aquellos viajes, estancias, personas, lugares que hemos surcado en pos de la labor cotidiana de la arena entre los dedos, la criba del hueso, de la astilla oxidada que un día clavo fue...

sábado, 5 de abril de 2014

El Arqueológico



En mayo de 1978 pisé por primera vez el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Aún conservo las notas que tomé y los dibujos esquemáticos a rotulador negro de las armas que atesoraba el museo en sus vitrinas. Aún distaba de saber que aquellas vasijas, piedras, espadas, capiteles... me atraparían para toda la vida.

En aquel tiempo, en el curso de 3º de B.U.P. del Colegio de Santa María del Pilar, y en la clase de "letras puras" aprendíamos latín y griego con D. Jose Luís Navarro González, alumno de Adrados y doctor en filología clásica con una tesis sobre el teatro de la Grecia Antigua. Por ello nos embarcó a todos en preparar Edipo Rey para representar a final de curso. A mi, quizás por ser de los más bajitos de la clase, me asignaron el papel de Tyresias, el ciego adivino que pronostica el terrible porvenir del monarca heleno. Durante unos meses no me corté el pelo y en las representaciones me  enfundé en un caftán morado de bajo asimétrico que me prestó mi prima Reyes y empuñé una caña que encontré unos años antes en la desembocadura del Guadalquivir. Don Jose Luís nos mandó un trabajo de curso sobre culturas antiguas y no recuerdo como, quizás aconsejado por él, flanqueé un día la puerta giratoria de color verde oscuro, que guardaban las dos esfinges aladas de bronce, que tantas veces me verían recorrer ese mismo camino  en la década siguiente.

El día 31 de marzo de este año de 2014 tuvo lugar la ceremonia de apertura del Museo Arqueológico Nacional, tras más de un quinquenio de labores que nos han brindado un museo renovado en la forma, pero esencial en su contenido. Además nos hizo especial ilusión la convocatoria a todos los profesionales de la Arqueología, que quizás en número superior al millar, acudimos a la visita que tuvimos ocasión de realizar en la tarde de ese día 31. Nunca mejor dicho fue un viaje al pasado, pues en cualquier rincón de las concurridas salas nos sorprendía una sonrisa, junto a un abrazo o un par de besos de colegas de la universidad, otros museos, o como en nuestro caso de la Arqueología Preventiva que desarrollamos ya desde hace casi tres décadas.

En definitiva una fiesta de la Arqueología española, una fiesta de los arqueólogos en ejercicio, de los profesores, de los futuros profesionales, en definitiva de todos aquellos en los que "el arqueológico" han jugado un papel determinante en su formación. En fechas posteriores tendremos ocasión de contar, sección a sección, el contenido del museo, del que nuestra primera impresión fue poco menos que inmejorable... las renovadas y seguramente acrecentadas en el programa expositivo de las secciones Medieval y Moderna, los recursos didácticos de la Prehistoria, la colección de vasos griegos en todo su esplendor, la nueva instalación del monumento turriforme de Pozo Moro, junto al que tuvimos ocasión de saludar a su descubridor... Repito, una fiesta en la que, por una vez, volver la vista atrás fue una inmensa alegría.