Tres décadas hace que prendió primero la Historia y luego una de sus técnicas "colaterales" la Arqueología. Desde entonces tantos paisajes, tantos lugares y en todos siempre un detalle, que nos deja un jirón de recuerdo. Por ello esta "arqueología colateral" aspira a recuperar retazos de aquellos viajes, estancias, personas, lugares que hemos surcado en pos de la labor cotidiana de la arena entre los dedos, la criba del hueso, de la astilla oxidada que un día clavo fue...

domingo, 11 de octubre de 2015

Fundación Museo del Vino (Valdepeñas, Ciudad Real)




Hace unos días hemos pasado la tade en Valdepeñas. Raro, pues por su cirvunvalación pasamos un par de veces al mes y casi siempre tomamos café en el Hotel del Hidalgo, pero no pasábamos una tarde desde hacía un par de décadas. Debíamos asistir a una presentación comercial y pensamos llegar un par de horas antes y visitar el Museo de la Fundación de Gregorio Prieto. A inicios de los años ochenta del pasado siglo tuvimos ocasión de conocer al insigne pintor manchego, cuando visitó el yacimiento arqueológico de El Cerro de la Encantada. Nunca hemos visitado su museo y nos atraía la idea. Pero la hora imperiosa se nos echó encima y acudimos a nuestra presentación directamente. Y, en la hora escasa que nos restaba, decidimos visitar el lugar en el que se encuadraba nuestra reunión, que no era ni más ni menos que el Museo del Vino. Un museo por otro.

Situado en la calle de la Princesa nº 39, la Fundacion Museo del Vino de Valdepeñas (http://www.museodelvinovaldepenas.es/). En el conjunto se ha integrado una bodega edificada a inicios del siglo XX y que perteneció a Leocadio Morales, de la que se conservan las crujías oeste y sur, además de parte del patio porticado que conformó una de las factorias agroalimentarias que fueron punteras en el despegue de la elaboración de vino en España y la superación de la grave crisis de la filoxera, que asoló la comarca hacia los años veinte. La crujía de la fachada norte se ha resuelto con una construcción de dos plantas que aloja la cafetería y tienda en la planta baja, biblioteca en la primera y sala de actos en la segunda. Esta crujía se apoya en un gigantesco paramento de mampostería caliza al estilo de las construcciones tradicionales de la zona. Al otro lado de esta pared se halla la crujía de acceso al museo y el lugar donde se han instalado las salas didácticas de nueva edificación, que sorprenden precisamente por eso, por su didáctica de un cultivo, que todos conocemos, pero del que la mayoría no somos capaces de discernir y ordenar los procesos y las fases de las que se compone. También nos sorprendierom gratamente , varios paneles firmados por Esteban, de una limpieza de líneas y riqueza de color ya poco usuales, de un estilo que guarda el sabor del último tercio del siglo XX y que ha sido barrido en aras del minimalismo que nos invade.

De vuelta al patio y tras pasar un par de salas dedicadas a la repercusión del vino en la literatura, así como de una completa enoteca de los vinos de la Denominación de Origen, podemos observar el muelle de descarga, el jaraíz o lagar y los chilancos -pozos donde se almacenaba el orujo resultante del prensado del fruto de la vid -. También destacamos la bodega y la cueva, ambas perfectamente conservadas con sus tinajas de 500 arrobas. El taller de tonelería y el laboratorio del viticulor son dos ambientes recreados con material original, que aportan un nota de nostalgia al tiempo que ya no volverá, y que aun conocimos los que ya hemos doblado la bisagra del medio siglo. Entre las piezas expuestas destacan dos prensas de husillos de madera, bastante antiguos y en buen estado y no podemos dejar de mencionar la exposición “Vendimia. 1959” realizada por el fotógrafo Harry Gordón y que constituye un verdadero documento de la Valdepeñas de aquel tiempo. En el patio se completa la exposición con diversos ejemplos de material rodante, carros y galeras para el transporte de los caldos, además de haber mantenido elementos esenciales de la bodega, como son el pozo y la báscula y la pavimentación de losas de piedra caliza, que delimitan distintos espacios de este patio.

En definitiva un museo bien cimentado en la tradición y en los magníficos fondos expuestos y con un discurso actual que nos muestra las líneas básicas de conocimiento necesarias para, al menos, al salir del museo, distinguir categorías de vino y proceso de elaboración. Sorpresa manchega que nos expone de una manera magnífica, el pasado de una industria agroalimentaria esencial en la economía de la España contemporánea.

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